Un poco de nostalgia por aquí.... ¿Quién no recuerda las cartas del niño bantú y la abuela esquimal? Encontramos una baraja incompleta al ordenar un armario, pero me daba tanta pena tirarlas... Quizá tuvieran una segunda vida, decorando algún otro objeto.
¿Por qué no una bandeja? Para poner una merienda de pan y chocolate quizás... ¡Pues manos a la obra!
El lunes, por ejemplo, seleccionamos de la baraja nuestras cartas favoritas. Yo soy un poco cuadriculada para estas cosas: Intenté que hubiera la misma representación de cada miembro de la familia, y que la representación étnica fuera igualitaria, jajajaja, pero lo podéis hacer como queráis.
Las pegamos al fondo de una bandeja de madera, del tamaño que nos guste más, con cola blanca un poco rebajada con agua, y también las cubrimos por encima con una brocha mojada en este mismo material. Dejamos secar.
El martes nos ocupamos de los bordes de las cartas, que son el punto más debil y por dónde se pueden levantar accidentalmente, así que nosotros lo solucionamos haciendo una especie de "marcos" o cuadrícula que cubría estos bordes, con una masilla epoxi de dos componentes. Podeis hacerlo con Patex, por ejemplo, pero en las tiendas de modelismo venden otras que no secan tan deprisa, y para este tipo de cosas son más adecuadas. La dejamos que se seque bien.
El miércoles pintamos la masilla de un color que combine con la madera y las cartas. Nosotros elegimos cobre, para acabar de darle ese aire retro de casa de la abuela (¿recordais esos vasos de latón?) Una vez más, dejamos secar.
¡Y el viernes ya podemos estrenar nuestra bandeja!
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