El viernes pasado asistimos a un taller de kokedamas organizado por Rojomenta en la Academia Crafts&Fun
Los (o las) kokedamas son un tipo de arte vegetal originario de japón que proviene del estilo de bonsais con raices al aire o neagari, pero aplicado a cualquier planta. Kokedama significa bola de musgo, y esa es precisamente la idea que se desarrolla: Sustituir el tiesto o recipiente de la planta por un sustrato compactado en forma de bola y cubierto por musgo, para retener la humedad del mismo y conseguir esta estética tan particular. Además, pueden colgarse, consiguiendo un efecto decorativo único.
Si os llama la atención, os recomiendo que asistais a uno de sus talleres. Nuria y Laura, además de ser agradables y divertidas son unas profesionales como la copa de un pino, que no sólo saben de lo que hablan sino que lo trasmiten fenomenal. Yo salí de allí con ganas de hacer más, de probar con plantas colgantes, grandes, pequeñas....y eso desde mi punto de vista es lo mejor que te puede pasar al terminar un taller: que despierte tus ganas de crear.
Además nos enseñaron a hacer macetas con papel reciclado y cemento (ligeras y espectaculares), y nos contaron que hacen arreglos florales empleando el lenguaje de las flores victoriano, y también talleres de huerto ecológico... ¿no os apetece todo?
A mi kokedama se le nota el sello del novato: La bola es un poco grande para la planta. Ya en casa, en su lugar definitivo no dejaba de verlo como una isla...
...asi que intenté que dejara de ser una isla desierta.
Los habitantes se llaman kodamas (si, está bastante claro por qué pensé en ellos) y son espíritus de los bosques de la mitología japonesa. Yo los conocí por la película de la Princesa Mononoke.
Están hechos con arcilla polimérica, un material que aguanta bien la humedad del riego. El modelado es muy sencillo, el único truco que podría deciros es que si al terminar de modelar pasáis un pincel limpio con aceite de bebe por toda la superficie, se borrarán las huellas dactilares. Éstos son los materiales que utilicé.
En fresco les hice un agujerito en la parte de atrás, dónde (una vez cocido) pegué un alambre para que se sujetaran al kokedama sin caerse.
Y...poco más que decir. Aquí están dando vida a nuestro salón.
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